Una vez realizado ese estudio previo, se puede actuar por fases. En primer lugar, lo más efectivo es reducir la necesidad de calefacción y refrigeración para tener el interior de las casas a una temperatura adecuada. Para ello, resulta clave empezar por aislar la fachada, si es posible, por fuera, y mejorar las ventanas. De esta forma, se aporta mayor confort, disminuyendo el consumo energético.
Una vez realizado el aislamiento, es el momento de mejorar la eficiencia de las instalaciones, modernizando los aparatos y su funcionamiento e instalando energías renovables, como placas solares, aerotermia, etc.